Debió nacer en torno a 1605, hijo de Cristóbal de Honorato y de Bernardina del Villar. El 25 de noviembre de 1635 se prometía en matrimonio con Ana González, hija de padres vallisoletanos pero que vivía en Salamanca con una tía suya llamada Jerónima García. Este debió de ser su segundo matrimonio, puesto que cinco años antes, el 21 de septiembre de 1630, el carpintero Cristóbal Martín otorgó una carta de pago de 1,600 reales a favor del escultor y de su entonces mujer Antonia Tamayo a cuenta de una casa que les había comprado. Viudo tempranamente de este primer matrimonio, todavía joven y al parecer sin hijos, para consolarse de su soledad Honorato dio en la grave temeridad de cometer adulterio con una mujer casada, hecho por el que fue arrojado en la cárcel por el corregidor de la ciudad, don Pedro Suárez Lanchero. La vida de Cristóbal de Honorato el Viejo transcurrió sin más peripecias que contar hasta su muerte, acaecida el 31 de agosto de 1666.

La primera obra suya de la que tenemos noticia fue la del túmulo erigido en la catedral de Salamanca en mayo de 1621 para celebrar las honras fúnebres de Felipe III. El 4 de junio de 1634 contrató con el cura beneficiado del lugar de Santa María del Berrocal, jurisdicción de la villa de El Mirón, en la diócesis de Ávila, y con el mayordomo de la cofradía del Rosario, la hechura de una imagen de la Virgen de dicha advocación conforme a una apretada y prolija enumeración de condiciones. Volvemos a tener noticias documentadas de Honorato en 1643 cuando, asociado con los mejores escultores de Salamanca, Antonio de Paz, Jerónimo Pérez y Miguel García, contrataba en septiembre la hechura de cuatro escudos de armas de ocho pies de altura, a realizar en madera de pino, conforme al modelo y traza que había dado el lego jesuita Pedro Mato. Los escudos eran para el caballero santiaguista Francisco Rodríguez de Minchaca. Un año después, el 12 de abril de 1644, se obligó a terminar y perfeccionar un retablo que don Alonso Enríquez, del Consejo de Su Majestad y juez en la Real Chancillería de Valladolid, destinaba a su villa de Villalba. En 1656, Honorato el Viejo figuraba trabajando en el coro de la iglesia de San Esteban, de Salamanca.

El 23 de mayo de 1666 acudió al cabildo con la pretensión de que le nombraran maestro mayor de todas las obras. Los capitulares obraron muy cautamente y le enviaron a Toledo para que le examinase Bartolomé de Sombigo y Salcedo, que a la sazón ultimaba la capilla del Sagrario de aquella iglesia. No sólo fue examinado por éste, sino también por Sebastián de Herrera Barnuevo, maestro de las obras reales, por Gaspar de la Peña y por el conocido jesuita hermano Francisco Bautista. Honorato regresó de Toledo y Madrid con testimonios aprobatorios de todos ellos y con una carta dirigida por Sombigo al cabildo salmantino en que le decía haber examinado a Honorato tanto en la teoría como en la práctica respondiendo éste con gran lucimiento. En vista de ello fue nombrado maestro mayor el 1 de agosto. El pobre Honorato no pudo disfrutar de su nuevo cargo, que suponía la culminación de su carrera, más de un mes, puesto que falleció inesperadamente el día 31.

Cristóbal de Honorato el Viejo

Cristóbal de Honorato el Viejo